sábado, 27 de noviembre de 2010

AL ALba

Donde habite el olvido recitaste aquella noche.
Las luces se encendían a tú paso;
a mi lado ibas tú,
pisando con pies de barro y cabello ondulado.


Largas esperas en el banco de piedra eterno,
oscuro, frío, desierto, mojado, abandonado...
Aquel día llegaste, cabalgando,
sin más palabras que el mudo
silencio de los árboles.


Hace tiempo que no oigo ese sonido,
latido eterno de una vespa en movimiento.
Ruido, ruido de llamas humeando bajo la lluvia.


Cien cometas sobrevolaron el cielo.
Cien mil y una estrellas alumbraban
las olas de la noche.
Mil y un sueños despedazados al
cerrar los ojos.


Aire gélido. Respiraciones entrecortadas por minuto.
Crispación en el cuerpo y calor en las manos.
Altruismo sin ninguna explicación.


Tú que viniste cabalgando, no te vayas, por favor.

3 comentarios:

  1. No te vayas, no. Estos poemas tan inquietos, tan llenos de vida y de amor necesitan ese barro, ese sonido, esos cometas...para seguir creciendo y que los demás podamos disfrutar.

    Un beso. Bellísimo.

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  2. ...y calor en las manos. Exquisita delicada y sentida. No me imagino un mundo sin amor, ni malo ni bueno...
    Que gratas haces mis visitas.

    Abrazos
    yasabesmisecreto

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  3. El final me recordó mucho al poema "Mucho más grave" de Benedetti :)

    ¡Mucha luz, hermosísisima! Se te quiere mucho :D

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